jueves, 26 de mayo de 2011

Letargo CINCO

               LABERINTO ENCONTRADO EN UNA BOTELLA
               siglos XII y XIII de la Era de la Otra Acera


             Trepar hasta su vida,
          mientras permanece en todo ello.
             Con sus cuerpos absorbiendo,
          y su centro sónico reververando.
                      Pellizcando la estancia
                      Alveolando y copulando
                   sin salir de sí
   

   Un Hombre, de unos cuarenta metros de alto, avanza majestuosamente
mientras el lacayo, a su lado, permanece sin moverse y
trasladándose a su alrededor en continuo movimiento.
   -Rotando su traslación...Trasladando su rotación
    ¡Quien sabe!

   Hombre-Yo haré vibrar la noche...
   Lacayo- Yo malgastaré su alma.  
   Hombre-¡Levantaos ante el amor!...
   Lacayo- Y postraos a sus pies.
   Hombre-¡Sed de uña y carne con su espíritu!...
   Lacayo- Sed, ó no seais...Pero ahí hay cuestión.
   Hombre-Sí, mi fiel Lacayo...Sed ó no sed, esa es la cuestión:
                 To ser, o no to ser, como más tarde dirá Sex Pirr acatarrado

   Estallidos-de-luz-verde-que-potencian-la-salud de Sex Pirr
se manifestaron ante ellos en el centro sónico reververando
   Soles de otros mundos se reunieron con respeto
   Planetas enteros, modificados genéticamente,
impartieron voluntades acalladas y sofisticaron el paisaje

   Hombre fue un niño precoz en su especie.
   Eyaculado rapidamente, tubo derecho a ser abandonado por sus padres a temprana edad,
lo que permitió a su familia desprenderse de él a la primera de cambio.
   Esto no impidió su normal crecimiento, pues era adulto ¡antes aún! de haber sido niño.
   Sin embargo, y debido a ciertos avatares que lo transformaron en su propio EGO,
Hombre, recibió su educación después de muerto,
lo que significó un duro golpe a su carrera.

         Enciclopedia del LABERINTO EMPOTRADO EN UNA BOTELLA
         apartado nº 2207barra - nº 2208barra de bar  
   Uno tras otro, encierra en el capullo sus más íntimos secretos.
   Uno tras otro, controla los horarios de su renacer inmediato
   Ahora no puede absorver el grito infrarrojo.
   Ahora permuta en sus flashes convencionales,
y el grito espectral deriva hacia otras latitudes.
   No hay nada que pueda hacer.
   Nada contra el INVERSOR.
   Nada contra la exigencia.
   Estimulados los párpados de respeto,
navega sin pensar en asociar un rumbo.
   La comPUTAdora de abordo busca respuestas casi desesperadamente,
pero el aterrizade es inminente.
   Quizás sea culpa del intrincado metabolismo de la propia máquina,
dificil es saberlo sin las adecuadas herramientas,
pero una cosa si es segura:
Tendrá que tomar tierra en breve y aún no está preparado el protocolo.
                              
   Lacayo ofició como subhombre en los Monasterios de la Cadena*.
   Allí aprendió a manejar la espalda y el escoplo, a rizar y,
a mangonear lo que delante de sus ojos se ponía.
   Allí mismo fue donde heredó, de una lejana tía-abuela,
su caracter ponzoñoso, un millón de monedas de oro falso,
y un pequeño papel de estado por el que era obligado a permanecer inmovil,
amén de otras tantas tonterías que no vienen al caso.
      
*Tambien conocidos como Monasterios En-naa-decanos

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