por la taberna El Pez Que Fuma.
Tanto debió gustarle el tiburón que
preguntó por su autor: "¿Vive aún?", dijo
La respuesta fué tajante: "¡No: BEBE... aún!"
Así que, al poco tiempo estaba yo de vuelta en Conil
envuelto en otro lío fibroso y majaretándome con El Levante
esos vientos tan ruidosos que corren por allí
Y esto es lo que fué saliendo
El primer aparato que hice. Me cayó simpático el comentario
del barero justo en frente: "Me gusta, pero es muy raro. En Conil somos gentes
sencillas"
El marco de la pecera y el grifo de cerveza
La parte superior del marco llevaba bisagras para poder abrirse y limpiar por dentro
o echarle comida a los peces
Segunda versión del grifo de cerveza. La Luna y el Cohete se han enamorado
y se han ido de vacaciones a Conil, a practicar submarinismo. Por dentro tiene
una bombilla que enciende los ojos del cohete
El Faro. Genial idéa de Paco, el dueño del bar,
al traer un piloto de tractor de esos que giran,
que puse cual si fuera el reflector
La terracilla de arriba, donde iba a ir una barra con forma de barco y que,
más o menos, quedó así
Más tarde se pobló de peces tipo a los del Pez Que Fuma
Esta es la barra que me hubiera gustado hacer
Estaba perfectamente calculada para un camarero -tal vez insuficiente-
y todas esas cosas que van en su interior: pileta, estantes, refrigeradores, etc
Esto habría sido de madera y no de fibra de vidrio, como los otros inventos
Por supuesto, la gente que se ve, es para hacerse una idéa del tamaño
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